UN EDIFICIO CON HISTORIA
El edificio que hay hoy en la calle Larra 14 se construyó en el año 1906 para ser la sede de un semanario y ha pertenecido dedicado al periodismo toda su historia.
Primero albergó varias revistas (Nuevo Mundo, Por esos Mundos, La Esfera) después, diarios. Primero un matutino serio (El Sol) y un vespertino ligero y popular (La Voz). Después, el órgano del régimen (Arriba) y los diarios de la prensa regional asociada al organigrama de la Prensa del Movimiento y un deportivo (Marca).
En ellos han escrito algunos de los periodistas e intelectuales más relevantes de España, desde Perojo a Miguel Angel Aguilar, pasando por Mariano de Cavia, Ramiro de Maeztu, Ortega y Gasset, Ramón J.Sender, Rafael Sanchez Mazas, o Serrano Anguita. Algunos, como Perojo, Ortega y Calvo Serer, fueron además, políticos, y sobre todo, pensadores, catedráticos de filosofía.
En las rotativas de Larra se imprimió el artículo que precipitó la llegada de la República y la portada que certificó la caída de Madrid.
Así, desde finales del siglo XIX, la historia de Larra, de la calle y del edificio, de su urbanismo y su arquitectura, se interseca con la historia del pensamiento, de la política y del periodismo de Madrid y de España.
Larra 14 es un edificio singular, con muchas vidas. Lo habitual en los edificios del centro de Madrid es que hayan sido demolidos y vueltos a construir muchas veces, pero el de Larra 14 es el único edificio que ha existido en esta parcela y se ha ido transformando. A pesar de que el edificio se erigió en 1909, ha experimentado diez reformas, algunas que no estaban documentadas o publicadas hasta hoy. A pesar de ello, o precisamente por ello, el edificio ha sobrevivido, cuando muchos de los de su entorno han sido reemplazados por arquitecturas más modernas, pero banales. En las muchas actuaciones que ha sufrido han intervenido algunos de los arquitectos (e ingenieros) más importantes de Madrid: desde el proyecto original de Carrasco-Muñoz, una de las pocos ejemplos de modernismo en Madrid, a Arniches y Domínguez, pasando por Ruiz de Arcaute y Muguruza, Pascual Bravo, Mazeres o Sánchez-Arcas.
Cada uno de ellos intervino para ir acomodando el inmueble a cada uno de los sucesivos inquilinos. Así, el edificio funciona como un palimpsesto, un manuscrito que conserva huellas de otras escrituras anteriores, borradas para dejar espacio a un nuevo texto. Como ha sido un edificio casi exclusivamente dedicado al periodismo, uno de los grandes conductores de la vida contemporánea de nuestro país, en cada una de esas capas de escritura lo que observamos es la evolución de la profesión y del país mismo. Un recorrido por la vida de Larra 14, por cada uno de sus cambios y de las circunstancias que los motivan, es en el fondo un recorrido por la historia de España, condensada, en este pequeño espacio, en cada momento.